Uno de los más veteranos conocedores del sector del juego, Juan Ferrer, en su columna digital del pasado Viernes, ha puesto el dedo en la llaga, o mejor aún, ha encontrado el término adecuado para entender qué es lo que, hoy mismo, sucede en torno a los juegos de azar y apuestas en España: psicosis.
Algunos que nos dedicamos desde hace tiempo a los ámbitos del juego desde una perspectiva profesional, como el estudio de su regulación y normas, a la defensa de intereses, o la resolución de conflictos relacionados con ellos, no logramos entender ni somos los más indicados para analizar este fenómeno. Normalmente abordamos nuestras tesis bajo una técnica que atiende a la lógica. Se estima que el Derecho y las normas jurídicas derivan de este saber filosófico de premisas y consecuencias lógicas.
Nada que ver con la psicología social, que sin embargo suele ser uno de los motores de la formación del Derecho. Aunque el Derecho se incluya normalmente como una ciencia social, hay otras como son la sociología, la psicología, que tienen más responsabilidad en analizar la “psicología social”.
La psicosis social, por el contrario, no es propiamente una categoría científica, sino un término impropio, una forma de expresar, analógicamente, el comportamiento de una sociedad en términos o atributos que se corresponden con una enfermedad mental individual, caracterizada por los delirios y alucinaciones, pero sirve pedagógicamente para explicar fenómenos sociales, como lo que ocurre con el sector del juego en España.
Autores como Rubén Amón en su artículo en El País del 5-1-2019: “El populismo y la psicosis social” han enmarcado muy certeramente esta cuestión, refiriéndose a los populismos situados más a la derecha en el espectro ideológico, explicándolos en la estimulación irresponsable pero consciente de una psicosis social, a través de la tergiversación y distorsión de algunos problemas reales y sensibles . No hay proporción entre el problema real y la percepción del problema.
La psicosis social en el sector del juego a la que yo me refiero más bien pudiera identificarse con populismos más a la izquierda; pero no crean, este es otro de los fenómenos donde los extremos “se tocan”. En Juego y Sociedad en España 2019 (UC3M, X encuesta anual de la serie Percepción de los Juegos de Azar en España) afloró un curioso hallazgo: las posturas negativas hacia el juego provenían de los encuestados que se autoconsideraban más a la izquierda, pero también entre los más tradicionales de derechas.
Síntomas de la Psicosis
Las pruebas sobre la distorsión informativa que deviene en “psicosis” sobre el juego las encontramos a diario, a poco que abramos las páginas de los periódicos, veamos los programas especiales en cadenas públicas y privadas, o los debates parlamentarios y asamblearios, desde un tiempo a esta parte.
Como en otras psicosis sociales, alimentadas por miedos e inseguridades asociadas a catástrofes o contagios (es usual decir que la ludopatía es una “epidemia” o incluso “pandemia”, para infundir temor), se dan hechos reales que pueden ser nimios o insignificantes, pero que se exageran o amplifican por la potencia de las redes sociales y de la diseminación de la información de hoy.
Como ejemplo, se ha llegado a publicar que existen 600.000 ludópatas en tratamiento en España . Nadie, ni siquiera los Centros o Asociaciones especializadas de acogida de adictos a los juegos o apuestas, se han dedicado a recopilar datos globales de este colectivo que merece atención; por los pocos datos parciales de que disponemos no parece que sobrepasen los 10.000 como se deduce (con dificultad sistemática) de los datos del Ministerio de Sanidad (Memoria del Plan Nacional contra las drogas); tampoco se conoce de forma completa cuantos reciben tratamiento psiquiátrico en centros hospitalarios pero no deben sobrepasar 1.000 en toda España, a tenor de algunas informaciones parciales. Entre los responsables sanitarios nadie se ha ocupado de hacer esta simple recopilación.
Sobre el juego de azar o apuestas con dinero por menores, más allá de las encuestas (erráticas, y sin posibilidad de contraste, que incluyen muchas veces conceptos como los videojuegos, u otros juegos sin dinero), existen pocos casos probados de su existencia. No se han documentado más de algunas docenas de casos en varios años (quizás podríamos elevarlos a cientos, quien sabe), y algunos de ellos muy llamativos, precisamente el pasado año en la Lotería del Niño pero aquí tampoco hay otros datos agregados verdaderamente analizados. Los ciudadanos de 18 años y más (e incluso he visto, “hasta los 25”), se consideran en muchas encuestas como “adolescentes”, y se meten en el mismo saco de los menores, lo que denota una grave ignorancia de la realidad del Siglo XXI.
También se exagera cada día con las cifras económicas de esta actividad. Habiendo datos más exactos que en las anteriores materias, constantemente se confunden y exageran en medios de difusión las cifras empresariales que se conocen, en aras a complacer al lector o televidente sobre la tesis prejuzgada; y siempre se omiten las que corresponden a la aportación de capital o riqueza pública (recaudación tributaria, empleo). Se ha llegado a decir que “el negocio” o el “lucro” del juego en España alcanzó 40.000 M€ en 2018; cuando la realidad es que las empresas privadas, con cifras estimativas y grosso modo, obtuvieron menos de 3.000 M€ de ganancias brutas, después de pagar las tasas especiales (no cuento a las empresas “públicas” de loterías, porque no creo que los articulistas y propagadores las incluyan en el concepto coloquial de “lucrativas”). Y con esos 3.000 M€ el sector privado debe retribuir a los hosteleros o arrendadores de locales donde se instalan los juegos (150.000 locales y empresarios), dejando reducida a casi la mitad esta partida; y con el resto debe aún pagar a empleados, proveedores, realizar inversiones, etc. como cualquier otro empresario privado. Hemos pasado de 40.000 a menos de 1.000, distribuidos además en miles de empresas organizadoras.
Comparen las cifras y verán la diferencia.
Ayer mismo un representante muy prestigioso de la Generalidad de Cataluña se extrañaba de toda esta psicosis colectiva porque al menos en esa Comunidad Autónoma, toda la oferta de los juegos de azar está “congelada” desde hace 15 o 20 años, sin que se hayan autorizado desde entonces ningún local de juego adicional, que los pocos ludópatas con repercusión clínica están tratados en los hospitales catalanes, y que las políticas de prevención de esta adicción están implantadas desde hace años. Todo se puede siempre mejorar, claro, pero la Alcaldesa de Barcelona declaró haber tomado medidas para restringir los peligros del juego, no autorizando nuevas casas de apuestas que, ni están previstas en la ley, ni tampoco puede autorizar.
La psicosis se alimenta de otro hecho real, esta vez muy potente desde el punto de vista psicológico, como es la exagerada publicidad de los nuevos juegos de azar online en medios audiovisuales, exceso sobre el que ya se ha advertido desde hace muchos años desde todos los segmentos. Y sobre la que van a adoptarse medidas inmediatas por el nuevo Gobierno, con toda lógica. (Un exceso publicitario que también podría aducirse respecto a productos que proporcionan exceso de azúcar en los alimentos, a los medicamentos, etc.).
Antecedentes de psicosis sociales (que desembocaron en tragedias)
No es que estemos ante casos comparables, pero conviene traer un par de ejemplos, en los que la psicosis social trasformó radicalmente las cosas, penetrando en el sistema de convivencia, empujando a la transformación del Derecho que dio pie a la catástrofe:
Ejemplo 1. La eliminación del paganismo por las nuevas corrientes religiosas de la época (Siglo IV). En este caso, la propagación de las tesis populistas provenientes de las vanguardias cristianas extendió la \»demonización “(de entonces viene el término), de las creencias religiosas que habían sustentado las Civilizaciones griega y romana. Este caso no ha sido suficientemente analizado, porque desembocó en la desaparición física de las pruebas, tanto personales como materiales, los monumentos, construcciones y estatuas fueron convertidos en polvo, los bibliotecas y paganos en cenizas desde piras y plazas públicas. Ahora se está estudiando mucho más a fondo como uno de los más desgraciados ejemplos de populismo que desembocó en psicosis colectiva.: “ La Edad de la penumbra” Catherine Nixey..Taurus, cita como desencadenante y rubicón determinante el Edicto de Milán (313 D.C) del emperador Constantino quien no solo se convirtió al cristianismo, sino que fue empujado a establecer en dicha norma la “libertad religiosa” que subrepticiamente condenó a los defensores de las antiguas creencias.
Ejemplo 2. El encumbramiento de los nacionalismos en el Siglo XIX, y, sobre todo, su exacerbación y culminación en el nacionalsocialismo alemán, cuya historia por ser más reciente, es mucho mejor conocida y estudiada. La psicosis colectiva del pueblo alemán, fomentada por la propaganda dio lugar a uno de los peores desastres de la humanidad. Como en otras, siempre hay caldos de cultivo comunes catalizadoras del populismo, como las crisis económicas. El advenimiento del nazismo tiene precursores en la crisis provocada por las “reparaciones” de la Primera Guerra Mundial, las hiperinflaciones de los años 20 y la crisis bursátil del 29. Como se sabe, el rubicón aquí fue la entronización del dictador pero, sobre todo, y degradados los partidos políticos democráticos, la aprobación de La ley habilitante de 24 de marzo de 1933 oficialmente denominada Ley para el remedio de las necesidades de Pueblo y Estado, que eliminó de facto el poder legislativo. Luego vinieron las cenizas materiales y humanas.
No es que sea lo mismo ahora, porque las psicosis colectivas son manifestaciones complejas, pero alcanza un punto álgido en lo que se refiere al sector del juego en España. Escraches, pintadas y manifestaciones antijuego están a la orden del día. A partir de aquí y ahora entran en juego factores sobre los que solo los más avezados psicólogos sociales pueden dar consejo.
Psicoterapia
La psicosis imperante alcanza hasta el punto de que el Gobierno de coalición se ha estructurado con un nuevo Ministerio, el de Consumo, que se dedicará en gran parte a intentar solventar esta cuestión , tratando de “regular el juego”, aunque en realidad la regulación de la parte más importante de los juegos presenciales son gestionados por el sector privado, y corresponde su tutela a todas las CCAA de acuerdo a sus Estatutos de Autonomía, desde hace ya más de 30 años en algunas, y 20 en la mayoría; y en cuyos respectivos marcos normativos se ha venido desarrollando esta actividad de forma normal y corriente .
De manera que, no al Ministro, sino al Estado, le quedaría una ardua tarea legislativa por delante para atender la “alarma social” que se dice está instalada: modificar por un lado todos los Estatutos de Autonomía, avocando todas las competencias en esta materia, lo que francamente me parece difícil. Y más difícil aún, también podría elevar la mayoría de edad, por ejemplo, a 21 años o más, para que la prohibición de jugar y contratar se extienda a nuestros “adolescentes”. Impensable.
Es de desear que esta psicosis no invada las decisiones gubernamentales y la cordura se imponga.
Como se ha dicho sobre la adicción a los juegos de azar y apuestas en un reciente Congreso sobre la materia, y por analogía, un buen comienzo está en reconocer que impera una psicosis sobre el juego en España. Por de pronto, el Ministro del Ramo, en su presentación del Decreto de Publicidad del Juego online, también el viernes y con los manifestantes a la puerta del Ministerio, ha reconocido, y repetido, ante la audiencia que “no se pueden matar moscas a cañonazos”, con lo que por ahora me quedo, como un buen comienzo de psicoterapia colectiva. Además, ha situado como número dos del Departamento y encargado de la cuestión, a un filósofo del Derecho, que tendrá mucho que decir a partir de ahora.
Por mi parte, les tengo que dejar ahora, acabo de recibir en mi wahtsapp un mensaje de SELAE: este fin de semana hay bote de 51 Millones € en el Euromillon; y otro de la Grossa catalana: 2 Millones más a la “butxaca”. Me voy a apostar algo, no sea que le vaya a tocar a otro.
Carlos Lalanda Fernández
Madrid, 20 de febrero de 2020.