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La octava edición de este estudio sociológico que refleja la sensibilidad de la sociedad española en relación a los juegos de azar, muestra cómo la recuperación del consumo, tras la salida de la crisis, se deja sentir también en el juego.
En 2016, el 81,9% de la población adulta en España participó en algún juego de azar, permaneciendo estable – entre un 16% y un 18% – el porcentaje de no jugadores. En el ámbito del juego online, en 2016 se incrementó en 100.000 personas el número de jugadores, estimándose en 1,38 millones – el equivalente a 3,6% de la población entre 18 y 75 años (según datos de la DGOJ) – el número total de jugadores activos a finales de 2016. El perfil del jugador online sigue siendo mayoritariamente masculino (83,3%), joven – el 86,8% es menor de 45 años – y con un estatus social medio-alto.
En el juego presencial, las apuestas deportivas siguen con la tendencia alcista de los últimos años. En 2016, el 5,1% de la población adulta – el equivalente a 1,8 millones de personas – probó suerte con este tipo de apuestas, frente al 3,8% registrado en 2015. Los jugadores de apuestas son en su mayoría hombres (el 9,1% respecto al 1,1% de mujeres), jóvenes (casi la mitad tiene menos de 35 años) y de todos los estratos sociales. Notable es también la evolución de los salones de juego, que en los últimos años han registrado un pronunciado incremento tanto a nivel de número de locales (superando los 2.550) como de clientes (casi dos millones), todo ello gracias a una profunda renovación de la oferta de juego y remodelación de los salones. Este replanteamiento estratégico del negocio ha influido también en la evolución de los casinos y bingos, que presumen de un perfil de público más joven y que percibe el juego como una alternativa de ocio y entretenimiento.
La incidencia del juego problemático se mantiene en el 0,3% de la población entre 18 y 75 años, lo que en números absolutos significa menos de 100.000 personas. Este porcentaje reducido reitera que en España el juego problemático no representa un problema socialmente hablando, y por lo tanto las políticas públicas de prevención deben ser más individualizadas y no tan generalistas.
Como novedad en esta edición, destaca el capítulo de análisis “El juego y la satisfacción con la vida”, cuyos resultados manifiestan que la sensibilidad a la adicción al juego es resultado de problemas personales de fondo, y no a la inversa.
Esta publicación ha sido elaborada, por octavo año consecutivo, por la Fundación Codere en colaboración con la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), a través de su Instituto de Política y Gobernanza (IPOLGOB).
Junio 2017